Parosmia: la secuela poco conocida del covid-19 que afecta el olfato (3 of 4)

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Sus consecuencias

Dado que el olfato y el gusto están relacionados, cuando uno está afectado, normalmente el otro también. Además, ¿querrías tomarte ese café si para ti huele a vinagre? Las personas que tienen parosmia describen que todo les huele “a drenaje”, rancio, agrio, a huevo podrido o demasiado dulce. Esto puede hacer muy difícil que la persona disfrute de comer y beber, porque incluso pueden sufrir de náuseas, causando así problemas como desórdenes alimenticios, pérdida de peso, depresión, ansiedad y aislamiento social. Y es que la distorsión no es solo con los olores de los alimentos. Muchas personas señalan que no soportan el olor de su pareja, de sus hijos o incluso su propio olor, y que llegan a aborrecer hasta el olor de su jabón regular. Todo esto puede dificultar la vida diaria. 

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Sin cura, por ahora

Lamentablemente, todavía no existe una cura definitiva para la parosmia, aparte del tiempo. Algunos especialistas indican tratamientos con espráis de esteroides intranasales, irrigaciones con agua salina y medicamentos neuromoduladores como antipsicóticos, anticonvulsivos y gabapentina, pero la eficacia de todo esto no ha sido comprobada. Por otro lado, muchos pacientes se someten a una terapia de entrenamiento olfatorio, que sí ha tenido mejores resultados para mejorar este sentido. Esto se hace eligiendo cuatro esencias (las más comunes son lavanda, limón, clavos, eucaliptus, etc., es decir, olores fuertes) y oliendo cada una por 15 a 30 segundos, dos veces al día, preferiblemente en la mañana antes del desayuno y en la noche, antes de ir a dormir. Se recomienda hacer esto al menos por 24 semanas.