Creía que conocía a mi esposo — hasta que la cámara oculta me mostró la verdad
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No me sentía orgullosa, pero coloqué una cámara oculta en la sala. Últimamente mi esposo había estado distante — siempre cansado, la cabeza en otro lado, incluso cuando estaba en casa. Me dije que era mera curiosidad, una forma de ver cómo se comportaba con nuestra hija cuando yo no estaba. Aquella noche apreté ‘play’ esperando aburrimiento o silencio. Pero lo que vi hizo que se me acelerara el corazón…
Para ser sincera — no me sentía orgullosa de haber instalado esa cámara — no era para pillar a nadie haciendo algo malo; lo hice por tranquilidad. Entre el trabajo, las cuentas y el agotamiento, tenía la sensación de que las paredes de la casa se volvían más delgadas, el ruido más fuerte y nuestra conexión más frágil. Mi esposo, Tom, estaba trabajando más horas, y cuando estaba en casa, daba la impresión de que en realidad noestaba.Lo extrañaba — extrañaba lo nuestroSobre todo, me angustiaba lo distante que se había vuelto con nuestra pequeña Lily.
Una tarde, después de otra cena tranquila en la que Lily empujaba los guisantes por el plato y Tom revisaba sus correos, decidí que tenía que saber cómo eran las cosas cuando yo no estaba. Así que coloqué una microcámara —no más grande que un botón— en la estantería de la sala. Me dije que era una tontería pasajera, solo la curiosidad de una madre.
Al día siguiente por la tarde salí a hacer la compra y le pedí a Tom que cuidara de Lily. Tenían todo el sábado para ellos. No esperaba fuegos artificiales, solo… algo. Quizás quería verlos hablar, reír o jugar como antes, antes de que la vida se volviera tan pesada.
Cuando volví, estaban dormidos en el sofá: el brazo de Tom echado protectivamente alrededor de Lily, su manita descansando sobre el pecho de él. Era tierno, pero cotidiano. Aun así, esa noche, después de que Lily se acostó, serví una copa de vino, me acurruqué en el sofá y le di al play.