Fue tratada como una esclava por su propia familia— Luego un viaje en autobús lo cambió todo (2 of 2)

Subieron dos hombres de traje y se sentaron unas filas más adelante. Uno contestó su celular y habló con una voz demasiado alta como para ignorarla.

“Caroline Channing no sabe que es la única heredera de un patrimonio de 3 millones de dólares”, dijo. “Mañana vamos a visitarla.”

Me quedé helada. El corazón me dio un brinco en el pecho. ¿Escuché bien?Caroline Channing.Mi nombre. No uno parecido: el mío, tal cual.

El mundo a mi alrededor se volvió borroso. El traqueteo del autobús, el zumbido del motor, el roce de los pasajeros: todo se fue al fondo. Lo único que alcanzaba a oír era el eco de esas palabras:Una herencia de 3 millones de dólares.Por primera vez en años, sentí una chispa de algo que había enterrado hacía mucho: la esperanza.

Las manos me temblaban mientras aferraba el pasamanos metálico y helado frente a mí. ¿Podía ser real? ¿De verdad el destino podía ser tan cruel durante tanto tiempo, solo para lanzarme un salvavidas cuando estaba al borde del colapso?

Pensé en mi hijo y en su esposa, tirados en el sofá de la casa, esperando a que yo cruzara la puerta con las bolsas del súper que apenas podía pagar. Pensé en sus muecas de desprecio, en sus voces burlonas, en la forma en que me trataban como si no fuera más que una sirvienta. Y luego pensé en mañana: en la posibilidad de que unos desconocidos fueran a tocar a mi puerta con noticias capaces de cambiarlo todo.

El bus traqueteaba en la noche, pero ya no sentía el peso del cansancio encima. Algo nuevo me corría por las venas: expectativa, incredulidad, quizá hasta un toque de miedo.

Porque si lo que alcancé a oír era cierto, para esta misma hora mañana la mujer a la que todos llamaban «esclava» quizá por fin tendría el poder de marcharse.

Y sentada allí, con el corazón martillándome el pecho, un pensamiento se alzó por encima de todos los demás: no tenían idea de lo que se les venía encima…