Se han encontrado los momentos finales del MH370 — o eso afirma una nueva teoría

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Las búsquedas peinaron los mares. Restos llegaron a la costa. Pero el avión seguía oculto… hasta que salió a flote una nueva teoría. El final de MH370 no fue caos, sino una orquestación: un descenso calculado hacia una de las tumbas más inaccesibles del planeta. La evidencia sugiere que el jet fue guiado, no perdido, y que alguien se aseguró de que su secreto quedara enterrado. Para las familias que esperaron, la idea es casi insoportable. Y mientras el mundo reexamina esas tenues señales finales, hay un pensamiento que no se disipa: en ese silencio sobre el océano, justo antes del descenso, alguien sabía exactamente cuándo…
Algo casi impensable: después de más de una década de misterio, un nuevo avance científico asegura haber revelado los momentos finales del vuelo 370 de Malaysia Airlines. Un estudio discreto del Dr. Vincent Lyne, investigador aeronáutico en Tasmania, propone un giro escalofriante y dramático: el MH370 no simplemente se quedó sin combustible, derivó o perdió el control, sino que fue conducido con delicadeza—casi con pulso artístico—en su arco final.
Lyne sostiene que la aeronave, durante mucho tiempo considerada como caída sin control en el sur del Océano Índico, pudo haber sido “amerizada” deliberadamente por alguien que sabía exactamente lo que hacía. Señala el simulador de vuelo casero del piloto, donde quedaron registradas simulaciones de ruta que coinciden con puntos de navegación antes descartados: latitudes y longitudes que se alinean con una cresta submarina remota.
Según esta teoría, después de que el transpondedor del MH370 y otros sistemas de comunicación se apagaran, aún hubo sutiles “handshakes” satelitales: un último inicio de sesión alrededor de las 08:19 MYT—que apuntan a algo más que un simple apagón por falta de combustible. Según Lyne, esos fragmentos de datos señalan cortes de energía, desvíos deliberados y un final controlado, no caótico.
Lo más desconcertante: esta versión presenta la desaparición no como una tragedia del azar, sino como un acto con propósito. Lyne sostiene que el punto final del impacto estaría en algún rincón de la “Broken Ridge”, una meseta submarina tan profunda y remota que pudo tragarse el avión como si jamás hubiera existido. La presión helada del océano bien pudo conservar los restos, escondidos bajo un sedimento fino, en un lugar donde casi nadie se ha atrevido a buscar.