Mamá encuentra a su hijo arrodillado para rezar en Walmart— Luego levanta la mirada hacia el letrero azul sobre él y se queda boquiabierta
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Una mamá pensó que su vuelta exprés a Walmart sería solo un mandado más con su hijo de ocho años. Pasearon por el pasillo de juguetes, entre risas, hasta que notó que él había dejado de caminar. Al voltearse, el corazón se le fue al piso: estaba de rodillas, con las manos entrelazadas en oración y los hombritos temblando. Avergonzada, se acercó de prisa y le susurró: «¿Qué estás haciendo?». Él alzó la mirada, con los ojos grandes y llorosos, y señaló en silencio un tablero azul colgado encima de los estantes. Siguió su mirada, se inclinó para leer los nombres y las fotos… y entonces soltó un suspiro ahogado, porque quien la miraba desde allí era…
Ir a Walmart, por lo general, no es más que un trámite. Compras lo del súper, quizá un par de cosas que ni pensabas llevar, y regresas a casa a las carreras. Pero para esta madre, una ida cualquiera por la tarde se convirtió en un instante imposible de olvidar: la dejó con las manos temblando y una furia que le quemaba el pecho.
Todo empezó en el pasillo de los juguetes. Su hijo, apenas de ocho años, venía detrás de ella, rozando los estantes con la mano, los ojos abiertos de curiosidad. Al principio no notó que él se había quedado atrás. Cuando se volteó, se le heló la sangre.
No estaba de pie. No jugaba con figuras de acción ni le pedía algo nuevo. Estaba de rodillas, ahí mismo sobre el piso de loseta, con las manitas apretadas al frente y la cabeza inclinada en oración.
Otros clientes redujeron la marcha de sus carritos y se quedaron mirando. Algunos susurraron. La madre corrió a su lado, con la voz apretada por la preocupación. «Amor, ¿qué estás haciendo?»