El bebé misterioso que quedó atrás a 30,000 pies (3 of 3)

“Matthew”, murmuró, saboreando el nombre. Le quedaba perfecto.

Las preguntas se agolparon en su mente. ¿Quién era su madre? ¿Seguía en algún lugar del aeropuerto, escondida entre la multitud? ¿Este abandono era un acto de desesperación… o de amor?

Lincy llevó al bebé hacia la parte delantera del avión, cada paso más pesado que el anterior. La nota crujía en su puño. Sabía que tenía que reportarlo. El protocolo de la aerolínea no dejaba margen para titubeos. Y aun así, no podía evitar imaginar lo que significaría llevárselo a casa.

Tras años de trabajar vuelos por todo el país, se había acostumbrado a que desconocidos entraran y salieran de su vida. Pero esto era distinto. No era una maleta olvidada en el compartimiento superior. Era una vida—diminuta, indefensa, y ahora suya para proteger.

Cuando llegó al teléfono de la cocina del avión, Matthew ya dormía de nuevo, con el pecho subiendo y bajando en un ritmo perfecto contra su uniforme. Miró la terminal vacía y sus labios formaron las mismas palabras que le había dicho al último pasajero apenas unos minutos antes:

“Gracias por volar con nosotros. Nos vemos la próxima.”

Pero esta vez se le quebró la voz—porque no podía dejar de preguntarse si esa “próxima vez” significaría devolver a este bebé a una madre que se había esfumado… o criarlo como si fuera suyo.