El inquietante nuevo truco que están usando los ladrones con monedas de un centavo y tu auto

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A primera vista no parece gran cosa: un centavo atorado en la manija de la puerta de tu auto. La mayoría se reiría, lo quitaría con el dedo y seguiría su día. Pero la próxima vez que veas ese destello cobrizo al acercarte a tu auto, no te rías. No lo ignores. Ese centavo puede ser la señal de que alguien, en algún lugar, ya te eligió como su siguiente objetivo…
No llama la atención. Vas de regreso a tu auto después de hacer el mandado, con las llaves en una mano y quizá el café en la otra. Entonces lo ves: algo pequeñito atorado en la manija de la puerta. Un centavo. Una simple moneda de cobre brillando al sol. Al principio te lo tomas a broma. Tal vez fue una travesura de algún niño. Tal vez se le cayó a alguien. ¿Y si te dijera que ese centavo puede ser la primera señal de que te están preparando una trampa?
La policía y expertos en seguridad han estado alertando sobre una artimaña inquietante que volvió a circular por Estados Unidos y que apunta a gente común, a plena luz del día. La táctica es simple, casi ingeniosa en su malicia: los ladrones deslizan un centavo en la manija de la puerta del lado del pasajero. ¿Por qué? Porque ese pedacito de metal puede trabar el mecanismo y dificultar que la puerta cierre bien. Crees que aseguraste tu auto, te vas confiado, pero en realidad alguien te observa, esperando el momento en que lo dejes solo.
Imagínalo: presionas el botón del control, escuchas el bip-bip que te tranquiliza y te alejas hacia la tienda. Pero no te das cuenta de que una puerta nunca alcanzó a enganchar. Ese centavo, barato y anodino, dejó la abertura justa para que alguien se colara. Cuando vuelves, la guantera está revuelta, tu bolso ya no está y quizá hasta el auto haya desaparecido.
Para una mujer en Texas, esa pesadilla fue real. Dejó su vehículo en el estacionamiento de un centro comercial y, veinte minutos después, volvió para encontrar la puerta del pasajero abierta de par en par. Su cartera, su celular y hasta una pequeña reliquia familiar que guardaba en la consola: todo había desaparecido. Las cámaras de seguridad mostraron después a un hombre esperando en el estacionamiento, observando cómo ella se alejaba, antes de abrir la puerta con toda calma y tomar lo que quiso. Cuando la policía revisó el auto, un oficial levantó una sola moneda y dijo: “Así fue como entró”.