Esta pequeña criatura hambrienta estaba condenada — hasta que una mujer lo cambió todo

En una mañana cualquiera, Diane Parker salió al jardín esperando nada más que maleza y silencio. Pero, junto al seto, vio lo que parecía un bulto inerte de pelaje—algo que los gatos habrían arrastrado hasta allí. Dispuesta a descartarlo como otra plaga más, se inclinó… y se quedó helada. La diminuta criatura no era lo que imaginaba. Su cuerpecito temblaba, sus ojos brillaban con una súplica casi humana, y sus dientes de un naranja vivo le avisaban que algo iba muy, muy mal. En ese instante, Diane entendió…

Creyó que era solo otra plaga del jardín—pero lo que vino después te va a conmover

Era una mañana fresca cuando Diane Parker se internó en su jardín, con la idea de ganarle terreno a la maleza antes de que el sol subiera demasiado. No esperaba compañía—al menos no del tipo que encontró, temblando junto al seto.

A primera vista, no era más que un montón de pelo sin vida. Una plaga, quizá. Algo que los gatos habían traído. Pero cuando Diane se inclinó un poco más, entendió que no se trataba de un intruso común del patio.

Un par de dientes anaranjados destellaron a la luz: demasiado largos, desparejos, casi grotescos. Los bigotes de la criaturita se movían apenas, y de su cuerpo mínimo salía un aliento tenue y silbante. Tenía el pelaje enmarañado, la carita sucia, y parecía demasiado frágil para sobrevivir otra noche por su cuenta.