Ella perdió las piernas por un producto común del hogar — ahora advierte a mujeres en todas partes

Amanda era una mamá de 32 años, sana y activa, cuando un pequeño corte en el tobillo, ocurrido mientras limpiaba la cocina, le cambió la vida para siempre. Apenas 48 horas después de aquel accidente que parecía inofensivo, Amanda despertó en una cama de hospital y, al mirar hacia abajo, no pudo creerlo: ya no tenía piernas. Intentó gritar, pero apenas alcanzó a susurrar…

Cuando Amanda notó por primera vez el cortecito en el tobillo, no le dio importancia. Seguro era un rasguño por mover las cestas de ropa, pensó. Se puso un poco de crema, lo cubrió con una curita y siguió con su día. Tenía 32 años, estaba llena de energía y era mamá de dos; perder ambas piernas era algo que jamás se le cruzó por la cabeza que pudiera estar a la vuelta de la esquina.

La pesadilla empezó con algo que casi todas las casas guardan debajo del fregadero: un spray limpiador antibacteriano. Amanda lo usaba a diario para restregar las superficies y trapear el piso. Olía fuerte, químico, “a limpio”. Pero un día, mientras ordenaba, salpicó un poco sobre su tobillo—justo donde estaba el rasguño.

A las pocas horas, la herida ardía. Al caer la noche, la piel alrededor se había puesto de un rojo furioso. “Pensé que era solo irritación”, recordaría después. “Jamás imaginé que era algo mucho peor”. Para la mañana siguiente, el tobillo estaba hinchado como una toronja.

Corrió a urgencias, donde los médicos entendieron rápido la verdad aterradora: la bacteria que entró por ese cortecito se convirtió en una infección necrosante, rara pero devastadora. Los químicos del limpiador, lejos de ayudar, habían debilitado la barrera natural de la piel y acelerado la propagación de la infección.