Advierten a los padres luego de que un menor de 10 años casi muere por un peligro oculto en la playa (2 of 2)

El pánico no tardó en llegar. Danielle gritó pidiendo ayuda, y un salvavidas corrió a toda velocidad. “Estaba desorientado, como si ni siquiera supiera dónde estaba”, recuerda, con la voz entrecortada. “Un minuto estaba jugando entre las olas y, al siguiente, pensé que lo perdía.”

Los salvavidas llevaron a Jason al puesto de primeros auxilios y llamaron a una ambulancia. Mientras los paramédicos trabajaban, Danielle no dejaba de repetir la escena en su cabeza. No había estado bajo el agua más de unos segundos. Ni siquiera parecía haber tragado mucha agua. Entonces, ¿qué estaba pasando?

Más tarde, los médicos le dijeron a Danielle algo que la dejó helada: Jason había sufrido lo que se conoce como ahogamiento secundario. Es una afección poco común pero aterradora que puede presentarse horas—o incluso días—después de que un niño inhala apenas una pequeña cantidad de agua. Esa agua irrita los pulmones, causa inflamación y dificultad para respirar. Si no se trata, puede ser fatal.

“Nunca había escuchado de eso”, admitió Danielle. “Nos enseñan a vigilar a nuestros hijos mientras están en el agua, pero nadie te dice que el peligro puede seguirte hasta la casa.”

Jason pasó dos noches en el hospital bajo estricta observación. Por suerte, los médicos lograron estabilizarlo y se espera una recuperación completa. Aun así, su mamá dice que la experiencia la dejó conmovida… y decidida a crear conciencia.

Ahora Danielle les lanza un aviso a otros papás y mamás: no dejen pasar las señales. Si tu hijo estuvo nadando y luego se queja de dolor en el pecho, cansancio, tos o vómitos, no lo atribuyas a que ‘solo tragó un poco de agua’. Podría tratarse de algo mucho más peligroso.

Según pediatras, aunque el ahogamiento secundario es poco común, puede evolucionar muy rápido. Los síntomas incluyen:

  • Tos persistente o arcadas
  • Dificultad para respirar o respiración rápida y superficial
  • Dolor en el pecho
  • Cansancio o cambios de ánimo repentinos
  • Vómitos después de nadar

Si notas estas señales, los médicos les piden a los padres que busquen atención médica de inmediato. “Siempre es mejor pecar de precavidos”, explicó un médico de urgencias pediátricas. “Los minutos pueden marcar la diferencia.”

Para Danielle, la playa ya no se siente igual. “Sigo pensando en lo que pudo haber pasado si lo hubiera pasado por alto”, dijo. “Tuvimos suerte. No todas las familias corren con la misma suerte.”

Mientras el verano llega a su fin y las familias aprovechan las últimas escapadas a la playa, su mensaje es simple pero contundente: vigilen a sus hijos, incluso cuando ya salieron del agua. Porque para Jason, un día de sol y diversión casi se convirtió en una pesadilla impensable, y ningún padre quiere vivir algo así.