Advierten a los padres luego de que un menor de 10 años casi muere por un peligro oculto en la playa

Lo que empezó como una tarde soleada en la playa se convirtió en la pesadilla de cualquier madre para Danielle y su hijo de 10 años, Jason. Tras casi una hora de chapotear sin preocupaciones, Jason regresó a la orilla arrastrando los pies, chorreando agua salada y con una sonrisa cansada. Pero al llegar a la silla de su mamá, la alegría se le borró del rostro. “Mamá, no me siento bien”, susurró. Antes de que ella alcanzara a envolverlo con la toalla, las rodillas le fallaron y se desplomó sobre la arena. Segundos después, para horror de Danielle, Jason empezó a…

Todo apuntaba a un día de verano perfecto. El sol en lo alto, risas de niños por todas partes y el océano extendiéndose como una lámina de vidrio azul. Para una mamá de Florida, fue un día imposible de olvidar—y, con suerte, un relato que pueda evitar tragedias en otras familias.

Jason, de diez años, llevaba casi una hora correteando entre la espuma, entrando y saliendo con esa alegría libre que solo tienen los niños. Danielle lo miraba desde su silla, tomando fotos de su sonrisa llena de arena y pensando en lo rápido que su pequeño estaba creciendo.

Y de repente, en cuestión de minutos, todo cambió.

—Mamá, no me siento bien —murmuró Jason al salir del agua, pálido. Ella pensó que solo estaba agotado de tanto nadar. Pero antes de que pudiera agarrar la toalla, a Jason se le doblaron las rodillas. Cayó en la arena, con su cuerpecito temblando. Instantes después, comenzó a vomitar sin poder controlarlo.