Cuando te preguntan qué significa ser perezoso, casi siempre lo describimos por lo que falta en la conducta, no por lo que es. Por ejemplo, se suele ver como la ausencia de motivación, determinación e impulso para terminar tareas, aun cuando la persona es perfectamente capaz de hacerlas. Y aunque muchos psicólogos sostienen que la pereza no es un rasgo de personalidad innato, sus efectos pueden pasar una factura profunda a la salud mental y física.
Quienes viven atrapados en la pereza batallan para cumplir a tiempo con sus obligaciones de trabajo. Les falta ambición. Ponerse metas no es lo suyo. Cuanto más desafiante es una tarea, más tienden a evadirla. En vez de apuntar a su verdadero potencial, se conforman con hacer lo mínimo para salir del paso. Estas son 8 señales de que alguien podría entrar en esa categoría.
1. Procrastinación
Claro, todos posponemos tareas de vez en cuando. Pero para la gente perezosa, procrastinar no es la excepción, es la regla. En lugar de enfrentar de lleno lo importante, lo van postergando una y otra vez, muchas veces hasta que ya es demasiado tarde. Este patrón suele terminar en plazos incumplidos, bajo rendimiento y retrocesos personales. Vale decir que rara vez es la tarea en sí lo que dispara la conducta perezosa, sino las emociones asociadas. El alivio momentáneo de evitar algo que incomoda puede sentirse bien en el instante, pero las consecuencias tarde o temprano pasan factura. Y ojo: machacarte por procrastinar tampoco resuelve nada; de hecho, puede empeorar el hábito y meter a la persona en un ciclo vicioso de postergación y autoculpa.