Ella prometió ayudar a que sus bebés durmieran. Terminó salvándoles la vida (3 of 4)

En el silencio de la noche, Amara entonó esa misma nana inquietante. Los gemelos se agitaron y sonrieron—sonrisas profundas, cargadas de memoria. “Se acuerdan”, dijo. “Tu esposa la cantaba cuando estaban en su vientre.”

Daniel se quedó helado. “¿Cómo es posible que sepas eso?”

Amara lo miró a los ojos. “Porque ella me la enseñó.”

Años atrás, Amara había sido enfermera de maternidad. Su esposa había confiado en ella—y le hizo prometer que cuidaría de los gemelos si algo llegaba a pasar. Pero tras el funeral, Amara desapareció. ¿Por qué?

«Porque alguien quería sacarme del camino», dijo. «Me amenazaron. Tu esposa temía que el peligro viniera desde adentro, de los tuyos.»

Daniel empezó a escarbar. Y lo que encontró lo heló: irregularidades, cláusulas ocultas en el testamento y alguien muy cercano que lo ganaría todo si los gemelos desaparecían.

Luego vino la tormenta. La ventana del cuarto de los bebés, misteriosamente sin seguro. Pudo haber terminado en tragedia. Pero no fue así: Amara estaba ahí.

Daniel encaró a su socio. En medio del pánico, la verdad se le escapó. Todo era real. Las amenazas. El sabotaje. El plan para borrar a los herederos.

Esa noche, Daniel miró a Amara y dijo: «No solo tranquilizaste a mis hijos. Los protegiste. Los salvaste.»

Sonrió, cansada pero firme. “Solo cumplí con una promesa”.

Él se acercó. “Necesito algo más que una niñera. Los niños necesitan más. Y quizá… yo también”.